Las Cartas del Tarot como seres vivos - Alejandra Aristeguieta

miércoles, 25 de abril de 2018

Las Cartas del Tarot como seres vivos


La ciencia victoriana, excitada por su victoria sobre lo sobrenatural, estaba en lo cierto al declarar a lo Inconmensurable como algo “Fuera de todo Límite”. Tenía el derecho a hacer tal cosa en terrenos de lo técnico, y fue una necesidad estratégica de su ofensiva; pero esto la ha entorpecido al limitar su radio de acción. Se tendió abierta a los más mortales ataques de la Filosofía. Luego, particularmente desde el ángulo de la Física-Matemática, sus mismos generales traicionan su dogmatismo. El carácter de la ciencia de hoy en día es bastante más misterioso que las más oscuras especulaciones de Leibnitz, Spinoza o de Hegel; la definición moderna de la materia nos recuerda de manera irresistible a una definición del Espíritu dada por místicos tales como Ruysbroek, Boehme y Molinos. La idea del Universo en la mente de un matemático moderno es singularmente reminiscente de los desvarío de William Blake.



Pero los místicos estaban todos equivocados porque eran piadosos, y sostenían que sus misterios eran demasiado sagrados para ser analizados. Deberían haber considerado la idea de la medición. Esto fue exactamente lo que hicieron los cabalistas y los magos. La dificultad radicaba en que sus unidades de medida habían sido, en sí mismas, algo elásticas; incluso tendían a ser literarias. Sus definiciones habían sido muy circulares, pero no tan huidizas como las definiciones de los físicos de la actualidad. Sus métodos fueron empíricos, aunque se esforzaban en hacerlos precisos, tanto como lo permitían la falta de unidades de medida precisas y un aparato estándar, porque no habían formulado todavía ninguna teoría científica. No obstante, sus éxitos fueron numerosos. Todo dependía de la habilidad individual. Uno podría confiar más en el médico innato dentro de uno mismo, en caso una enfermedad, que en los expertos de laboratorio de Battle Creek.



Una de las grandes diferencias entre la Química antigua y la moderna es la idea de los alquimistas de que la sustancia en su estado natural es, de una manera u otra, una cosa viviente. La tendencia moderna es insistir en lo mensurable. Uno puede ir al museo y ver filas de esferas de cristal y frascos que contienen sustancias químicas de las cuales se compone el cuerpo humano; pero la colección está bastante lejos representar a un ser humano. Todavía menos, esta no explica la diferencia que hay entre Lord Tomnoddy y Bill Sykes. Los químicos del siglo diecinueve se encontraban a sí mismos en grandes aprietos al analizar el opio y aislar sus alcaloides, de forma parecida a como cuando un niño desarma un reloj en sus partes a para ver qué es lo que lo hace funcionar. Tuvieron éxito, pero los resultados estuvieron lejos de ser completos. La morfina tiene un efecto más directamente hipnótico que el opio; su acción es más pronta y más violenta; pero también es una droga peligrosa, y sus efectos son, a menudo, desastrosos. La acción de la morfina está sensiblemente modificada por otros veinte alcaloides raros, los cuales existen en el opio. El efecto intoxicante del alcohol difiere de acuerdo a como lo absorba uno, si en la forma de un Richebourg de cosecha del 29, o en bajo la forma de una ginebra sintética. Un ejemplo todavía más sorprendente viene a nosotros desde Venezuela, en donde los mensajeros de a pie mastican hojas de coca para resistir la caminata de cientos de millas de distancia al día, para luego dormir hasta que se hallan repuestos del todo. No tienen una reacción adversa, y no adquieren el hábito. La cocaína es otra historia. Los adeptos del Tarot lo dirían de una forma simple, “nosotros estamos vivos y la planta está viva, así que podemos ser amigos. Si matas primero a la planta, estarías buscándote un problema”.



Todo esto está ha sido escrito en defensa del sistema de los creadores y de los usuarios del Tarot, y de sus métodos para tratar con la Naturaleza; también de el hecho de realizar experimentos sin la excesiva atención al deseo de hacer las cosas rápidamente. Ellos podrían exponer una mezcla a los rayos del sol o la luna por espacio de semanas o meses, pensando que, si en vez de eso, lo pusieran a hervir violentamente, echarían a perder todo. Los procesos de la Naturaleza (dirían ellos) son lentos y moderados; ¡vamos a copiarlos! Pueden existir vastos campos de aplicación propicios para esta manera de ver las cosas. La experiencia conduce a esa conclusión. Esto constituye, a manera de introducción a la tesis, algo muy necesario para la compresión del Tarot. Cada carta es, en cierto sentido, un ser viviente; y la relación con sus cartas vecinas son lo que uno podría llamar relaciones diplomáticas. Corresponde al estudiante edificar estas piedras vivas en el interior de su Templo viviente.

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