Ya hemos mencionado en artículos anteriores que el Tarot es un lenguaje arquetípico cargado con simbolismos que hacen interacción directamente con nuestro subconsciente. Estos simbolizan estadios de nuestro crecimiento psíquico, trabajar con el tarot en este sentido representa la búsqueda de todo hombre por alcanzar la auto-iluminación, el conocimiento de si mismo.
Esta intención vive en cada uno de nosotros, pero el camino jamás es fácil, en el debemos enfrentarnos a momentos difíciles, la iniciación es un proceso duro, generando fricción dentro del ser. Momentos que obligan a realizar sacrificios que llevan a entender el desarrollo psíquico y existencial.
Ciertos aspectos arquetípicos en las cartas pueden significar según el proceso que estemos atravesando en la vida, algo malo o necesario para el momento. Por ejemplo, la carta del diablo, representa la confrontación con nuestros impulsos, es afrontar el riesgo de vernos arrastrados por la fuerza del deseo, el hedonismo, la codicia o el ansia de poder. Todo depende de las fases que este atravesando el individuo, podrá ser la carta solo un proceso o ciertos conflictos que debamos afrontar.
Ninguna carta emite juicio. Es pura en su esencia, representa ambos lados, tanto constructivos como negativos, como a su vez su propia forma de estancamiento de un estado. La persona puede quedarse arraigada a un estado psíquico incapaz de avanzar, así que debe como saber trabajar en estos aspectos junto con las cartas.
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